Diadocos es el nombre con el que fueron denominados cada uno de los generales de Alejandro Magno, los cuales se disputaron su imperio después de la muerte de aquel acaecida en el 323 a.C. El termino deriva de la palabra griega diadokhos, que significa sucesor. Los diadocos lucharon entre si por la posesión de los territorios conquistados por Alejandro en una larga sucesión de guerras. Los más celebres diadocos fueron: Antígono I Monoftalmo y su hijo Demetrio Poliorcetes, Antípatro y su hijo Casandro, Ptolomeo I, Seleuco I Nicator, Lisímaco y Eumenes. La batalla de Ipsos, que tuvo lugar en el 301 a.C., puso final a estas luchas y al período de la Historia de Grecia que se ha conocido como la época de los Diadocos. El resultado de estas largas luchas fue la partición definitiva del Imperio reunido por Alejandro entres pequeños imperios gobernados por los sucesores de Tolomeo, Seleuco y Antígono. Cuando en el siglo XIX Grecia obtuvo la independencia del Imperio Otomano, el título de Diadoco comenzó a emplearse para denominar al heredero de la Corona de Grecia.
La sucesión de Alejandro Magno
Su prematura muerte hizo que Alejandro no hubiera dispuesto nada acerca de su sucesión, lo que planteó graves problemas con su herencia. Su heredero legítimo era su hijo póstumo, que iba a nacer del seno de Roxana, y que recibiría el nombre de Alejandro IV. Sin embargo los soldados apoyaban como heredero a un hermanastro del rey macedonio, de nombre Arrideo, nacido mongólico, y que reinaría con el nombre de Filipo III. La solución fue el reparto del poder entre los dos candidatos, aunque controlado por los generales que formaban el Consejo de Babilonia, quienes se repartieron el poder. Los generales decidieron que la regencia de los dos reyes fuera ejercida por Crátero, que pasó a ser denominado prostates. Pérdicas recibió el título de quiliarca, con lo que se convertía en jefe supremo del ejército. Seleuco, Casandro y Meleagro quedaron como los jefes de los tres cuerpos del ejército alejandrino: caballería, infantería pesada e infantería ligera respectivamente.
Mientras que el control de las diferentes regiones que habían sido conquistadas por Alejandro fue repartido de la siguiente forma: Macedonia y Grecia correspondió a Antípatro, que ya era el gobernador en funciones; Egipto quedó bajo el control de Ptolomeo; Leonato recibió Frigia helespóntica; Frigia, Licia y Panfilia fueron para Antígono; el mando de Tracia quedó para Lisímaco; Seleuco se situó al frente de Babilonia, mientras que al único de los diadocos no macedonio, Eumenes, secretario de Alejandro le correspondió Capadocia y la Paflagonia. La paz que vivía el Imperio de Alejandro se vio interrumpida poco después de su muerte en Bactria y Grecia. En el primero de las dos regiones la sublevación fue encabezada por las tropas macedónicas, que fueron duramente reprimidas por el sátrapa de Media, Peiton. A partir de ese momento Oriente quedó al margen de las luchas mantenidas entre los diadocos.
La hegemonía de Pérdicas
Mientras en Grecia, tras la muerte de Alejandro se había producido la unión de todos los partidos antimacedónicos, encabezados por los atenienses y los etolios. Las tropas macedónicas se vieron obligadas a refugiarse en la ciudad de Lamia, lo que dio el nombre de Guerra Lamiaca a esta rebelión. Tras la derrotas iniciales los macedonios consiguen derrotar a los griegos en la batalla de Cranon. Una vez que Antípatro logró sofocar la insurrección de los griegos en el verano del 322, comenzaron las hostilidades entre los diadocos, cada uno de los cuales quería ampliar sus territorios. Pérdicas de forma unilateral se autotituló prostates, cargo que legalmente correspondía a Crátero. Pérdicas, el regente, fue acusado por los demás generales de querer restablecer la monarquía. Se formó una coalición contra el formada por Antípatro, Crátero, Antígono, Lisímaco y Ptolomeo, quedándole tan solo el apoyo de Eumenes.
Pérdicas murió en el 321 a.C., cuando se encontraba con sus tropas luchando contra Ptolomeo en el Bajo Nilo. Ese mismo año también encontró la muerte Crátero, quien se encontraba combatiendo contra el aliado de Pérdicas, Eumenes. Al año siguiente los generales macedónicos se reunieron en Triparadiso, para realizar un nuevo reparto de poder. Antípatro fue elegido como nuevo regente. Una de sus primeras decisiones fue enviar a los dos jóvenes reyes a Macedonia, con lo cual trataba de demostrar en que región se encontraba el verdadero poder. Pero Antípatro encontró la muerte en el 319. Tras su muerte surgieron dos candidatos a ocupar el puesto de regente, Polisperconte, un viejo general de Alejandro, y Casandro el hijo de Antípatro. Sin embargo la persona elegida como nuevo regente, Polisperconte, no fue bien recibida ninguna de los antiguos generales de Alejandro.
El poder en manos de Antígono
Antígono decidió formar una coalición contra el nuevo regente, para lo cual firmó la paz con Eumenes, con el que se encontraba combatiendo y se alió con Casandro, Lisímaco y Ptolomeo. Las operaciones en Grecia fueron llevadas a cabo por Casandro, quien en el 317 a.C. consigue situar al frente del poder en Atenas a Demetrio de Falero, quedándo el territorio bajo control de Polisperconte reducido a la región del Peloponeso. Paralelamente se produjo el fallecimiento de Filipo III Arrideo, con lo que Alejandro IV quedó como el único rey y heredero de Alejandro. A partir de ese momento cada diadoco trató de convertirse en el más poderoso de los generales. Antígono lanzó sus tropas contra Eumenes, quien tras ser derrotado en Fenicia y Mesopotamia, fue traicionado por sus propios oficiales en el 315 a.C., quienes lo entregaron a su rival, Antígono, quien ordenó su muerte. De esta forma Antígono consiguió controlar toda Asia Menor.
Una vez obtenida la victoria sobre Eumenes, Antígono atacó a Seleuco, sátrapa de Babilonia, quien se vio obligado a refugiarse en Egipto, bajo la protección de Ptolomeo. En respuesta Antígono lanzó a sus tropas, comandadas por su hijo Demetrio Poliorcetes, contra Ptolomeo, Casandro, Lisímaco y Seleuco quienes formaron una nueva coalición, mientras que Antígono firmó un pacto de amistad con Polisperconte. Antígono tuvo que frenar su ofensiva ante la fuerza de alianza que habían formado contra el sus antiguos colegas y debido a la derrota que sufrió su hijo Demetrio en Gaza. Con el fin de poner fin a las tensiones se entablaron conversaciones de paz. Los generales se reunieron en el 311 a.C. para volver a realizar un nuevo reparto de los antiguos territorios de Alejandro. Casandro fue nombrado regente, con la sede de su poder en Macedonia, Ptolomeo y Lisímaco conservaron sus territorios, mientras que Asia pasó a manos de Antígono.
Sin embargo la paz duró poco tiempo, ya que Seleuco, el gran olvidado de este último acuerdo se apoderó por la fuerza de Babilonia, y parte de las satrapías del norte y del este de las posesiones de Antígono. Mientras en Macedonia Casandro ordenó la muerte de Alejandro IV y su madre Roxana, con lo cual se ponía de forma oficial fin a la dinastía de Alejandro. Antígono, quien seguía deseando ampliar los territorios bajo su control, volvió a ordenar atracar a sus tropas, obteniendo importantes victorias en Asia, Siria, el mar Egeo y Grecia. Hacia el 306 a.C. consiguió situar al frente del gobierno en Atenas a su hijo Demetrio Poliorcetes. Poco después las tropas de Antígono lograron hacerse con el control de la isla de Chipre, que era posesión de Ptolomeo. Con esta serie de victorias se convirtió en el general más poderosos, lo que hizo que se proclamara rey y sucesor legítimo de Alejandro, asociando al trono a su hijo Demetrio Poliorcetes. Estas victorias suponían un gran peligro para los otros generales, quienes establecieron una nueva coalición contra Antígono, mientras que se proclamaron a su vez reyes de sus dominios.
El final de los diadocos
Se inició el período conocido con el nombre de guerra de los Cuatro años ( (305-301 a.C.). La nueva coalición consiguió derrotar a Antígono en la batalla de Ipsos (301 a.C.), quien encontró la muerte durante la contienda. Tras la victoria se produjo un nuevo reparto de los antiguos territorios de Alejandro. Lisímaco se hizo con el control de Tracia y de la mayor parte de Asia Menor; Ptolomeo conservó Egipto y sumó las regiónes de Licia, Panfilia, Cilicia, Pisidia y Palestina; Casandro mantuvo en su poder Macedonia y Seleuco mantuvo sus dominios en Asia. La coalición se rompió cuando Seleuco se negó a hacer prisionero a Demetrio, el hijo de Antígono, quien conservaba Chipre y Grecia. Ptolomeo y Lisímaco por su aprte llegaron a un acuerdo para atacar a Seleuco. En el año 299 a.C. Chipre pasó a manos de Ptolomeo. Tras la muerte de Casandro en el 298 a.C.
Demetrio con la ayuda de Ptolomeo, se convirtió en el dueño de Macedonia, nombrando a Antígono Gonatas gobernante de Grecia. Por su parte Tolomeo consiguió establecer como soberano a Pirro en el Epiro y firmar una alianza con Agatocles de Siracusa. La actuación de Demetrio en Macedonia como un auténtico déspota provocó que Lisímaco y Ptolomeo apoyaran a Pirro, quien expulsó a Demetrio de Macedonia. Esta región fue repartida entre Lisímaco y el rey del Epiro. Hacia el 285 a.C. Ptolomeo I abdicó en favor de su hijo Ptolomeo II Cerauno, quien ordenó la muerte de Agatocles, hijo de Lisímaco. En el año 282 a.C. Seleuco invadió Asia Menor, dando muerte a Lisímaco en la batalla de Curupedion. Seleuco por su parte, a quien sus victorias habían hecho pensar en invadir Macedonia, fue asesinado por Ptolomeo II Cerauno, con lo cual desaparecía el último de los Diadocos
Fuente: Britannica, Heritage-History
Extraído de: A
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