Amar Bharti, el hombre que levantó el brazo en 1973 y nunca lo volvió a bajar




Los sacrificios hechos en el nombre de distintos dioses y religiones a lo largo de la historia son incontables. Desde que el hombre recurrió a la religión para dar explicación a aquello que le rodeaba, multitud de acciones han sido justificadas para calmar la furia de los dioses.

Hace miles de años, las tribus celtas sacrificaban humanos para contentar a los dioses. En Cartago se utilizaba para ese fin a los recién nacidos. E incluso la biblia hace referencia a ello en el conocido pasaje en el que participan dios, Abraham y su hijo Isaac.



Parodia del pasaje en que dios pide a Abraham sacrificar a su hijo


Con los siglos la sociedad ha evolucionado y, pese a la fuerte influencia de las distintas religiones, los sacrificios voluntarios han pasado a ser algo menos mortífero, aunque no por eso es menos llamativo.

De sobra es conocido el ramadán, el mes de ayuno islámico, o la cuaresma y el adviento, las épocas de recogimiento cristianas. Pero si queremos encontrar verdaderos y auténticos sacrificios en nuestros días, tenemos que recurrir los sadhus, los monjes hindúes que buscan la iluminación.

Se calcula que existen entre 4 y 5 millones de sadhus actualmente en India. Todos ellos profesan el hinduismo, aunque no todos veneran al mismo dios por igual. Estos monjes se encuentran en la cuarta fase de la vida según el hinduismo, en la que han de romper con todo vínculo terrenal y material para buscar los verdaderos valores de la existencia en vida. La gran mayoría se dedica exclusivamente a la meditación, pero una parte considerable de ellos realizan extraños sacrificios para acercarse más a sus dioses.



Sadhu, monje hindú

Este es el caso de Amar Bharati. Hasta el año 1970, Amar vivió junto a su familia gracias a un trabajo que le permitía que todos se alimentaran e incluso pudieran tener una vivienda digna. Pero todo eso dejó de importar la mañana que se despertó y decidió dejar atrás todo lo que conocía para servir el resto de su vida a Shivá.

Así comenzó a vagar por distintos lugares del a India vestido de sadhu. Tras tres años se percató de que aún estaba demasiado conectado a los lujos y placeres de la vida mortal, por lo que decidió librarse de ellos levantando el brazo y manteniéndolo en esa posición, tal y como habían hecho por largas temporadas otros sadhus antes que él.



Amar Bharti, el hombre con el brazo en alto


Mediante el dolor con el que tuvo que lidiar los primeros años, Amar Bharati pretendía conectarse con Shivá, el dios destructor de la trinidad hindú. Pero el dolor tan sólo se mantuvo unos años, después el brazo funcional pasó a ser un apéndice inútil, atrofiado e indoloro compuesto únicamente de piel y huesos.

Otros sadhus antes habían logrado mantener el brazo en alto hasta 25 años, pero Amar Bharati aún lo mantenía firme tras 38 años de un sacrificio voluntario mediante el que espera encontrar su ansiada iluminación.


Fuentes y más información:






Extraído de: A

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