Lupe Vélez: suicidio al estilo de los dioses Azteca

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Su personalidad turbulenta y exótica belleza le abrieron las puertas del cine en los años 20 y 30, pero una pasión frustrada la llevó al suicidio al estilo de los dioses aztecas.



El triángulo es la figura geométrica preferida de Hollywood. Arturo de Córdoba y Harold Ramond – con Lupe Vélez en el medio– formaron uno de los más sonados que terminó, como suele ocurrir, cuando ella se enteró del otro y decidió buscar la salida fácil: el suicidio.

La mejor actuación, a veces, es la última. Mejor actriz fuera de la pantalla que dentro de ella, Lupe planeó al milímetro su óbito, con el inconveniente de que se arrepintió a medio camino, pero'demasiado tarde.

Durante años circuló la versión de que Vélez se había tomado 64 pastillas de seconal, un barbitúrico usado contra la angustia y la ansiedad, abatida porque Ramond – un medio actor francés– la había dejado en la estacada, cuando supo que estaba preñada.


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Arturo de Cordova


Lo cierto es que Arturo– celebérrimo actor mexicano– y Lupe se conocieron en 1937 durante la filmación de La Zandunga, y se juntó el hambre con las ganas de comer.

Por ese entonces ella era una connotada estrella en Hollywood, adonde había llegado a los 17 años y descolló rápido, gracias a su extraordinaria belleza, temperamento explosivo y escabrosa vida sentimental, según cuenta Moisés Vásquez en Lupe Vélez: a medio siglo de ausencia.

Lupe y de Córdoba iniciaron una amistad que derivaría en amor, a pesar de que ambos estaban casados; ella, nada menos que con Johnny Weismuller (Tarzán) , y él con Ena Arana.

Terminada La Zandunga cada uno tomó por su lado; Vélez regresó a Los Ángeles y Arturo se fue para Argentina, ahí filmó Que Dios se lo pague, la película que lo encumbró a la fama.

El “affaire” quedó al descubierto por la propia Vélez quien lo anunció a la prensa rosa y esto provocó la ira de la despechada esposa del actor, que se vengó al no concederle el divorcio.

Ya el matrimonio con Tarzán se había hundido porque Vélez era como una planta carnívora. El Hombre mono, que lo mismo despanzurraba un cocodrilo o estrangulaba un león, no pudo domar a la pigmea potosina, apodada la “escupefuego”, por sus amores volcánicos con Douglas Fairbanks, John Gilbert y Gary Cooper.

Las escenas de celos eran como estampidas diarias; ella golpeaba, mordía, arañaba y marcaba el cuerpo de Weissmuller, obligando a las maquillistas a trabajar horas extra para disimular los moretones.

Aunque ambos comenzaron a verse ocasionalmente, el acoso de Lupe molestó a Arturo al punto de que en febrero de 1944 ella, en contubernio con su amiga Nancy Torres, planeó una broma negra contra él.

Nancy llamó al actor para contarle que Vélez iba a quitarse la vida si este no acudía a verla. Él salió disparado para la mansión de la diva en Beverly Hills y la encontró tirada sobre la cama y con la boca llena de espuma.

Angustiado por la escena intentó despertarla, solo para escuchar las carcajadas de Vélez, quien había fingido el suicidio y advirtió a de Córdoba lo que sería capaz de hacer, si no obtenía la separación legal.


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Lupe Vélez y Arturo de Cordova


Un poco por eso y otro por aquello, un par de meses después la actriz quedó embarazada del actor y este, para enredar más el asunto le propuso a Vélez un plan descabellado: casarse con otro.

El testaferro conyugal sería Harold Ramond, un incipiente extra de origen francés que, según Fernando Muñoz, biógrafo de Arturo de Córdoba, había actuado en una que otra película con el mexicano.

Ramond aceptó y en un dos por tres se casó con Vélez, la cual seguía enamorada de Arturo y le daba una vida de perros a su marido. Este se la aguantó un tiempo pero después la ignoró, sobre todo porque tampoco le hacía gracia ser el padre de un hijo que no era suyo.

Las depresiones de Vélez alcanzaron su punto máximo la noche en que vio lo impensable: Arturo y Ramond hacían malabares en la cama.


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Harold Ramond


La pobre Lupe entró en barrena y decidió acabar sus días a los 36 años. Para peores, Ramond tuvo la infeliz idea de llamar a Louella Parsons –la lengua viperina de Hollywood– para contarle sus males y esta intuyó lo que estaba por venir.

“Estoy harta de vivir. De luchar por todo. Me siento tan cansada. Desde que era una niñita en México nadie me ha regalado nada. Ahora se trata de mi bebé. No podría cometer un crimen y continuar viviendo en paz conmigo misma. Antes preferiría matarme” relata Kenneth Anger en Hollywood Babylonia.

El 13 de diciembre de 1944 Vélez organizó una “última cena” a la mexicana y se inmoló como una diosa azteca; montó en su habitación un santuario con velas, flores y se tragó de un tirón 64 pastillas de seconal.

Los fármacos, en combinación con los “taquitos y los chilaquiles” reaccionaron al revés y la despabilaron, pero se arrepintió y salió en carrera hacia el baño para regurgitar, con tan mala suerte que se resbaló y cayó de bruces sobre el excusado: murió ahogada en su propio vómito.


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Según el acta de defunción, Lupe Vélez Weissmuller tenía 34 años de edad al momento de su muerte, la madrugada del 14 de diciembre de 1944. El reporte consigna las 8 de la mañana, que debió ser la hora en que llegaron a su casa.


Parsons se enteró de la desgracia y escribió: “Jamás Lupita había lucido tan bella; reposaba como si estuviese dormida' había una lánguida sonrisa en sus labios, como si albergara sueños secretos' Parecía una niña a quien acababan de regalar su primera espuma de azúcar en una fiesta'”


La escupefuego

María Guadalupe Villalobos Vélez heredó el carácter volátil de su padre, Jacobo Villalobos Reyes, un general de la revolución mexicana, y las dotes artísticas de su madre, Josefina Vélez, una cantante de ópera.

En un convento de monjas aprendió las primeras letras y apenas adolescente marchó a Hollywood a probar fortuna, derrochando encanto y salero. Antes había trabajado de vendedora de zapatos en una tienda.


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De la mano de Hal Roach obtuvo varios papeles en las películas mudas de Laurel y Hardy, el disparejo dúo cómico que este había descubierto.

Con Douglas Fairbanks filmó El Gaucho, la primera película en que demostró su naturaleza bravía e indomable. Seguirían otros filmes: Oriente, La melodía del amor, El puerto infernal , El prófugo, La chica de México y los ocho cortos cómicos La mexicana escupefuego.

Ni discreta ni pudorosa, paseó sus jaranas sentimentales por el moralista Hollywood de los años 20 y desafió con descaro a sus manejadores, empeñados en etiquetarla como otra belleza latina, apenas para papeles de verdulera o criadita en casa de ricos.

Intentó llevar su carrera lejos de la imagen de mujer apasionada, bella y ardiente, pero su vida privada contradecía abruptamente la de actriz.


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Lupe Vélez y Gary Cooper, 1929.


Estuvo locamente enamorada de Gary Cooper. Al cabo de dos años terminó el romance por las continuas peleas entre ambos; tan sonadas eran que los mandamases del cine decidieron enviar al galán a Europa, para evitar que su brillante carrera fuera estropeada por tanto lío.


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Lupe Vélez y Johnny Weismuller


Johnny Weismuller intentó jinetear a la potranca; vivieron juntos seis años y la quiso a mares, pero los enfados crónicos de Lupe acabaron con la relación. Esta ruptura precipitó a Vélez a una seguidilla de amantes que llenaron las páginas de la prensa del corazón.

Esto perjudicó la tambaleante imagen de Vélez, ya que los productores se fueron olvidando de ella y buscaron caras nuevas, más jóvenes, más maravillosas y menos incómodas.

En una reciente película, Forever Lupe Vélez, el director mexicano Juan Luis Caballero intentó rescatar el genio y la vida de la actriz; para él “Lupe era una mujer llena de sueños, que quería triunfar, llegar a ser alguien, siento que le tuvieron mucha envidia. Tenía mucho carácter y se entregaba totalmente en el amor, pero tampoco se dejaba. La hacían llorar, la decepcionaban, pero los cortaba porque tenía mucha dignidad. Los mandaba por un tubo y no se dejaba, aunque se quedaba llorando horas o años”.

Lupe Vélez dijo adiós a este mundo con el olor de los jacintos, gardenias y orquídeas, como la niña buena y devota de la Virgen de los Dolores: ¡Arrodíllate, pecadora!


FOREVER LUPE VÉLEZ



LUPE VELEZ Y EL GORDO Y EL FLACO




LUPE VELEZ CANTANDO EN LA PELÍCULA "NANÁ"




HOMENAJE A LUPE VÉLEZ




PELÍCULA "LA ZANDUNGA" 1937, DEL DIRECTOR FERNANDO DE FUENTES





+Info aquí




Extraído de: A


4 comentarios:

Roberto Acuña dijo...

Muy buena copilación de información, me gusta mucho el trabajo lo que hizo Lupe en el cine, intento reunir su filmografía.
Si a alguien le interesa escríbame a: saintwoolf@gmail.com

Y gracias por tomar un par de mis videos de youtube: La Zandunga y Naná.

NIETZCHEHESSE dijo...

¡Gracias a ti Roberto, por compartirlos en youtube!

ELIHU ROBERT TORRES dijo...

IT WAS THE FIRST STAR IN HOLLYWOOD CHINESE THEATER IN HOLLYWOOD STRIP AV.

Tirsa dijo...

Me admira la bellesa de las mujeres de esa epoca

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