Duelo de Reyes: Carlos de Anjour Vs Pedro III de Aragón






Esta historia trata de un duelo entre dos reyes: Carlos de Anjour y Pedro III de Aragón se enfrentarían el 1º de Junio en un duelo a muerte para definir quien se quedaba con el poder de Sicilia. Sin embargo dicho duelo nunca ocurrió.

Todo comienza en la Italia del 1266, cuando muere Federico II de Hohenstaufen, hasta ese entonces rey de Sicilia y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

El caso es que, antes del descubrimiento de América, la isla de Sicilia poseía una posición estratégica en el Mediterráneo. Además su potencial económico la convertía en deseo de muchos reyes y gobernantes de todo tipo de Europa y del norte de África.


FedericoII Hohenstaufen
Federico II Hohenstaufen

Federico II había conseguido el dominio de Sicilia y Nápoles gracias a una serie de herencias que recayeron sobre la familia Hohenstaufen. Desde ese momento y hasta incluso después de su muerte, los enfrentamientos entre esta casa y sus herederos contra los sucesivos Papados de turno fueron constante, pero ninguno de los sucesivos Papa pudieron derrotarlo. Finalmente a la muerte de Federico II, el Papado considerara la isla de Sicilia bajo su dominio y propuso el reino a varios candidatos, finalmente seria Carlos de Anjou, hermano de Luís IX de Francia, quien aceptara el torno de Sicilia.


Parte Superior de una Estatua dedicada a Carlos de Anjou
Parte Superior de una Estatua dedicada a Carlos de Anjou


Aquí es donde se originara el lió de la cuestión porque el angevino Carlos, invadió las dos Sicilias venciendo a los herederos de la casa Hohenstaufen: en la batalla de Benevento vencería al Rey Manfredo, hijo ilegitimo de Federico II, y en la de Tagliacozzo a su inexperto sobrino Conradino, nieto de FedericoII, y lo ajustició en un patíbulo. Este Conradino antes de morir se sacó el guantelete metálico que llevaba en la diestra y lo arrojó al populacho exclamando: «Para el Rey de Aragón», significando con esto que traspasaba los derechos hereditarios de la Casa Real de Suavia a la de Aragón. Años después los príncipes sicilianos, cansados del dominio francés, llamaron al Rey aragonés y le entregaron la isla.

Carlos de Anjou por su parte se preparaba a invadir Constantinopla y luchar contra el Imperio de Bizancio y cuando estaba a punto de partir se entera que Sicilia se ha rebelado. El Papa era partidario de la familia Anjou y no podía consentir que de nuevo sus planes fracasaran así que excomulgó a Pedro III, rey de Aragón. Además decretó que la lucha por liberar Sicilia de los aragoneses tenía carácter de cruzada, por lo aquellos que participaran en ella disfrutarían de los privilegios concedidos a los que luchaban en Tierra Santa, es decir una indulgencia papa por los pecados, más los botines obtenidos en el saqueo. Tras una larga lucha sin un claro vencedor se firmó la paz de Caltabellotta. Aragón obtenía así Sicilia pero como reino independiente y Carlos de Anjou el reino de Nápoles.

Sin embargo esta no es la historia que quería contarles. El punto de la entrada de hoy es que en medio de esta larga y costosa guerra tuvo lugar un suceso único en la historia medieval europea, y me atrevo a decir que la mundial también. El caso es que a fines de 1282 ambos Carlos de Anjou y Pedro de Aragón mantenían firme sus posiciones, ninguno sobresalía sobre el otro en la lucha dentro de los campos de batalla y todo indicaba que la guerra duraría mucho tiempo más.


Retrato de Pedro III, por Manuel Aguirre y Monsalbe, 1885.

Retrato de Pedro III, por Manuel Aguirre y Monsalbe, 1885.


Esto indignaba a Carlos, debido que aun seguía empeñado en invadir y conquistar el reino Bizancio. Ese era realmente su sueño y Sicilia era solo una forma de proveerse de recursos y hombre para dicha empresa. Fue entonces cuando Carlos quisó acabar con la guerra y propuso a Pedro una forma rápida y por demás extravagante y única de decidir la posesión de Sicilia: la guera se decidiría a través de un combate, espada en ristre, entre los dos monarcas. Y, por increíble que quizás pueda parecer, el rey Pedro aceptó el combate.

Al parecer más tarde ambos reyes no estarían tan seguros como antes de la idea de batirse a duelo entre ellos, pero ya no tenían marcha atrás, por estúpida que fuera la idea, echarse atrás significaba una mancha en el honor para cualquiera de los dos monarcas muy dura de borrar. Por lo ese motivo hubo varias negociaciones previas donde se fijaron las condiciones. Finalmente la tan esperada lucha de monarcas se sustituiría por una batalla entre 100 caballeros por cada bando, se eligiría Aquitania como territorio neutral al pertenecer en ese momento a Eduardo de Inglaterra. El 1 de junio de 1283 ambos reyes se presentarían en el lugar.

Pedro III llegó el primero al lugar elegido con sus 100 caballeros y a pesar de estar allí muy pronto, como no encontró a nadie, se marchó, obligando a un notario a levantar acta de la ausencia, y por tanto derrota, del enemigo. Horas más tarde aparecía Carlos de Anjou que, como tampoco encontraría a sus contendientes, abandonó también la cita proclamando su victoria. ¿Mala suerte o pacto secreto? Nadie lo sabe, sin embargo ninguno de los dos monarcas mostró el más mínimo interés por denunciar la cobardía del otro rey o repetir de nuevo el experimento. Se decidió correr un tupido velo y olvidar rápidamente el suceso como si no hubiera pasado nada. Ambos se consideraban ganadores del combate y por tanto estaban satisfechos con el resultado. Saquen sus propias conclusiones.





Extraído de: A

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