Las beguinas, heroínas del medievo



Las beguinas eran mujeres piadosas y cultas que revolucionaron la Europa Medieval. Eran féminas que presentaban una forma de vida diferente, completamente alternativa al matrimonio o a la vida religiosa en castidad y que consiguieron ganarse el respeto de los ciudadanos y eclesiásticos aunque no sin esfuerzos, y aque algunas voces se alzaron contra ellas e intentaron eliminarlas acusándolas de herejía. Marguerite Porete, asesinada por herejía, es una de las beguinas más famosas del siglo XIII.



Algunos consideran el "movimiento beguino" como una de las primeras revoluciones feministas de la historia. En una época convulsa a nivel político y social (los siglos XIII y XIV, en los que el despertar de la razón y las libertades individuales conviven con el plano espiritual) estas mujeres se convirtieron en un pilar indispensable para la defensa de los desamparados, mujeres, niños y ancianos, realizando de forma paralela una brillante labor intelectual especialmente en el norte de Europa. Este movimiento coincide en el tiempo con el auge de los Caballeros Templarios, los begardos y cátaros y todos tendrán el mismo fin: cuestionan el planteamiento oficial de la Iglesia y salirse de este camino implica estar fuera de él y perseguido y condenado por los mismos que pregonan el respeto y el perdón. En el caso de las beguinas, fue el Papa Clemente V en el Concilio de Vienne de 1312 quien decretó que su modo de vida debe ser prohibido definitivamente y excluido de la Iglesia de Dios. Quizá porque lo consideraba licencioso ya que las beguinas renunciaban tanto a la vida en un monasterio como al matrimonio, a tener sus hijos propios y a tener una vida convencional (familia) pues estas mujeres vivían juntas en comunidades. Puesto que el movimiento estaba muy extendido, en el siglo XV las beguinas fueron "obligadas" a integrarse con las carmelitas.




Un mundo a su medida

Las beguinas vivían en casas aisladas, espacios comunes entre cuyas paredes tenían acceso a la cultura y con el objetivo fundamental de ayudar a los demás. Los orfanatos, las leproserías y los hospitales fueron los principales focos de actuación de los beguinatos, asumiendo su trabajo con un carácter asistencial similar al de algunas congregaciones religiosas de la época como los dominicos y los franciscanos.

En el plano intelectual, el movimiento de las beguinas dió al mundo de la cultura y de la mística medieval grandes nombres, sobre todo en el campo de la poesía, ya que estas mujeres se atrevieron a publicar sus diálogos místicos con Dios. Aunque este tipo de obras preocupaba a la Igleisa por dejar al margen la relación entre humanos y divinidad, la sutileza y perfección de sus versos obligó a muchos miembros del clero a alabarlas y respetarlas como creadoras. Entre estas mujeres se encuentran Beatriz de Nazaret autora "Los siete grados del Amor"; Matilde de Magdeburgo y su "La luz resplandeciente de la divinidad", considerada como una de las madres de la lengua alemana, Margarita Porete, mística radical, declarada herética y quemada por la Inquisición en 1310 por no negar ni prohibir la difusión de su obra "Espejo de las almas simples y anonadadas" o Hadewichj de Amberes, (madre de la lengua flamenca), que en sus "Visiones" describe y elabora no una teoría del amor, sino "un arte de Amar", donde Amor y Deseo emprenderán la embelesada, radical defensa del Amor.



Detractores y defensores del movimiento

A pesar de que no existen datos concretos acerca del número de beguinatos existentes en Europa, lo cierto es que en menos de dos siglos este movimiento, que aceptó también a hombres, se extendió rápidamente por toda Europa. Francia, Holanda, Renania, Baviera o Cataluña fueron algunos de los focos "beguinales". En el caso de Francia, además, estas mujeres tenían a uno de sus principales defensores, Luis IX El Santo, conocido también como "el pobre rey de las beguinas".



Otro de sus principales defensores fue Jaques de Vitry, obispo de San Juan de Acres en Palestina, que como buen defensor de los nuevos movimientos religiosos de la baja Edad Media, apoyó la causa de las beguinas. Entre los detractores, la Iglesia en general y el Papa Clemente V en particular. Sin embargo, a pesar de todos los intentos de muchos por frenar este extraño y revolucionario movimiento femenino, las beguinas continuaron existiendo a lo largo de los siglos. De hecho aún encontramos comunidades de beguinas en algunas ciudades del mundo que dedican sus esfuerzos a ayudar a los demás. Su influencia es tal que la Unesco declaró los beguinatos como centros patrimonio de la humanidad.




Extraído de: A

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