Junto al Porsche de James Dean, esta limusina nacida en 1910 es considerada otro de los más famosos automóviles malditos de la historia. Su color rojo sangre parecía augurar un futuro de desgracia para todo aquel que lo poseyera.
Un coche que solo ha traido muerte y desgracia a sus propietarios.
El 28 de junio de 1914, el archiduque Francisco Fernando y su esposa la archiduquesa Sophie, fueron asesinados a tiros por Gavrilo Princip, miembro del grupo radical ‘La joven Bosnia’ , mientras iban en un bonito coche de época de seis plazas al descubierto fabricado por la marca austriaca Graef und Stift. Este fue el evento que dio inicio a la Primera Guerra Mundial y las primeras muertes en las que el automóvil estuvo involucrado.
La leyenda cuenta que todos los dueños de este Graef und Stift han sido víctimas de la mala suerte. El General Portiorek fue el siguiente en poseer este maldito coche. Después de una derrota militar enorme y un amargo viaje a Viena, comenzó a tener problemas mentales y murió en un manicomio.
El coche llegó hasta el gobernador de Yugoslavia. Durante el tiempo que tuvo este coche, sufrió cuatro accidentes distintos en uno de los cuales perdió el brazo. Llegó a la conclusión de que el coche traía mala suerte y su amigo el Dr. Srikis se lo compra riéndose de las ideas de su amigo sobre el coche. A los seis meses de la compra, el Dr. Srikis moriría al volcar con el coche.
El Graef und Stift pasó a manos de otro coleccionista. Se trataba de un médico y, al parecer, comenzó a perder pacientes y a tener problemas económicos. Por este motivo, lo puso en venta. El coche se convirtió en propiedad de un corredor suizo nada supersticioso: quería probar que aquel modelo no era el portador de ninguna maldición. Tardó pocos días en morir en carretera.
La historia más curiosa de este caso es la de un rico terrateniente residente en Sarajevo. Un día, mientras paseaba feliz con su nueva adquisición, el Graef und Stift se quedó parado sin motivo aparente. Cuando estaban atándolo a un carro de bueyes para transportarlo al taller, aquel vehículo infernal se puso en marcha súbitamente, atropelló a su dueño y cayó por un barranco.
Pero la ‘leyenda’ no termina aquí. Aún estando destrozado, Tiber Hirshfield, propietario de un negocio de vehículos de alquiler, lo adquirió, lo restauró y lo pintó de azul. Quizá esperaba que el cambio de color acabase con sus ‘instintos asesinos’. No fue así. Las características de este modelo austriaco lo convertían en el coche perfecto de una boda. La primera vez que fue utilizado para este fin, trató de pasar una larga fila de coches cuando el coche misteriosamente se salió de control y se estrelló. Cuatro de los cinco murieron en el accidente. Hirshfield, hacia las veces de chófer, fue su último dueño en fallecer.
Sin duda un enigmático vehiculo que por suerte ve pasar el paso del tiempo dentro de las cuatro paredes de un museo, maldito o no, mejor que se quede ahí para siempre.
Extraído de: A
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