En la búsqueda del placer y el bienestar que otorga el sexo las diferencias imperan, cada persona tiene un universo en su cuerpo y llegar al éxtasis o a la metaestimulación consiste de rutas igualmente diversas. En el sexo, decía Octavio Paz, siempre hay al menos tres protagonistas: una pareja y la fantasía (evidentemente si se trata de tercios u orgías habrá más: el fantasma erótico que también participa). Esta fantasía a veces se materializa en un objeto animista. Pero hay de objetos a objetos y la parafilia o el fetichismo a veces desbarra por bizarros linderos.
A continuación los diez fetichismos y parafilias sexuales más extraños que tienen cierta recurrencia en el espectro sexual (una mención honorífica al futuro del fetichismo merece Thad Roberts, el hombre cuyo fetiche fueron las rocas de la Luna: copular con su novia sobre una cama de rocas lunares que robo de la NASA).
Ursusagalamatofilia
A algunas personas les gusta vestir de felpa o hasta botargas y buscar otras personas similares para copular. Esta parafilia es bastante popular.
“Hay una gran escena de ‘felpa’ y parece estar basada en personas que gustan de proyectar cualidades antropomórficas a los animales y les adscriben cualidades humanas”, dice el terapeuta sexual Ian Kramer.
A diferencia de la zoofilia, donde la personas literalmente gustan de tener sexo con cabras, perros, caballos, o la avisodomía (con aves), aquí lo que sucede es el deseo de tener sexo con humanos que tienen características de animales pero a la vez son lindos y dulces, de ahí la felpa.
Hace un año surgió el caso del Pato Donald que inició contacto sexual con una mujer, tratando de borrar la frontera entre la caricatura y lo erótico. Esta botarga habría tenido más suerte si hubiera abordado a una mujer ursusagalamatofílica.
Parcialismo
A algunas personas les excita una parte del cuerpo específica, por ejemplo el pie de una mujer con tacones. Incluso existen sitios dedicados en su totalidad a estas fascinaciones, por ejemplo, a chicas en tacones apoyandos su piernas sobre un auto y especialmente los pedales, conocidas como gas pedal honeys. Esta fragmentación del deseo hace que algunas personas lleven esto al extremo y durante el sexo busquen copular solamente con un pie o con una mano: en vez de talk to the hand: fuck the hand.
Agalmatofilia
La atracción por maniquíes es bastante común, esto incluye también la excitación erótica generada por estatuas y por la inmovilidad (lo que podría ser un sucedáneo de la violación). Muchas personas no solo contemplan a los maniquíes cuyos cuerpos torneados se muestran en las tiendas de ropa, algunos incluso los roban para tener sexo con ellos.
Formicofilia
Este es el placer sexual derivado de tener insectos arrastrándose por el cuerpo, especialmente en los genitales (¡¿esa sexy hormiga en la vagina, o la abeja meliflua en el pene?!). Se cree que esta parafilia se ha desarrollado especialmente entre personas cuyos hogares son infestados por insectos y, por el divino azar, experimentan durante la cópula la participación de algún insecto incrementando el placer. Aunque claro que hay personas que simplemente gustan voluntariamente de llevar insectos a la cama y usarlos estratégicamente en zonas erógenas.
En Japón existe la costumbre entre ciertas personas de utilizar anguilas para el sexo anal o para la masturbación femenina.
Dacrofilia
Un poco menos bizarra, ya que las lágrimas tienen químicos, incluso llegan a tener oxcitocina (la llamada hormona del amor), hay muchas personas que incrementan su excitación al lamer, untarse o hasta beber lagrimas. No es extraño que las emociones extremas se acrisolen en el sexo, y pasar del llanto al orgasmo no es algo tan raro, pero existen personas que buscan propiciar las lagrimas por cualquier motivo para llegar excitarse, lo que puede derivar en violencia.
También relacionado está el placer que se obtiene por lamer los ojos de una persona, el oculolinctus.
Acrotomofilia
Algunas personas se excitan con miembros amputados, ya sea su ausencia o su prótesis.
Mecanofilia
Como resultado de la sexualización de las máquinas, particularmente de los autos, que se ha generado en la publicidad, existen personas que no solo se ven excitadas por las máquinas —por tener sexo en un Corvette rojo— sino que tienen sexo con vehículos. Tal es el caso de Edward Smith, un hombre que dice haber tenido sexo con más de mil autos y uno que otro helicóptero.
No hay duda que la mecanofilia es uno de los fetiches que más futuro tiene con la llegada de los robots sexuales y demás máquinas de uso erótico.
Simorofilia
El placer sexual que genera montar accidentes o desastres como un choque automovílistico. Este fetiche ha sido popularizado por J. G. Ballard en su novela Crash, en la que el clímax del placer se sincroniza con el momento de un choque: excitación in extremis que coquetea también con la muerte —el reverso del orgasmo. Cercano al placer que se obtiene de las cicatrices y de tener sexo en un paisaje destrozado.
Por otro lado esto también comprende la fascinación por copular en un desastre natural, tener sexo en un huracán, tsunami, incendio, etc., y la máxima dádiva de la simorofilia: copular durante el fin del mundo, el coito apocalíptico.
Hierofilia
La hierofilia es la excitación sexual derivada por los objetos religiosos. Esto se asocia con la devoción religiosa llevada a su literalidad. Algunas personas fanáticas, por ejemplo, que suelen asegurar “pertenecerle a Cristo”, llevan esto a un extremo y gustan de usar cruces, Biblias u otros objetos en el acto sexual. Otras simplemente gustan de masturbarse con imágenes o figuras religiosas. Esta “hereje” parafilia es una consecuencia de la misma represión sexual que la religión ha implementado históricamente.
Arachibutyrophilia
Este es el extraño fetiche por emabdurnar a una persona alérgica a la crema de maní con esta sustancia y copular, en un melangerie, con ella y otra persona, viendo cómo su cuerpo se trastorna. El placer es doble: la crema de maní en los cuerpos y el pasmo criptozoológico de su mutación provocada por el alergénico. Este fetiche fue registrado por primera vez por un sexólogo en la revista Nerve.
Extraído de: A
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