Anna Swan, toda una gran mujer (literalmente)




Anna Haining Swan nació el 6 de agosto de 1846 en Tatamagouche, Nueva Escocia, y por sus más de ocho kilos de peso al nacer, se pudo prever sin dificultad que no sería una niña como las demás.

Y es que la manera de crecer de Anna no era, digamos, normal: a los cuatro años ya medía 137 centímetros, a los seis, 157 cm., a los diez, 185 cm., a los 15 años su estatura era de 213 cm., y a los 17, 228 centímetros. Se estima que su altura máxima fue de 240 centímetros.





A pesar de que en aquellos años -y aún hoy- la estatura de Anna la hacía distinta al resto, sus padres consiguieron que su infancia transcurriera de una forma bastante normal, aunque, como es lógico, no podían evitar en ocasiones los comentarios crueles de otros niños ni que, quienes no la conocían, la tomaran por una adulta retrasada cuando la veían jugando con sus hermanos. Su madre consiguió, alegando que tenía que cuidar de sus hermanos, que en vez de en el colegio, estudiara en casa y más tarde ingresara en la escuela de Magisterio donde, ademas de dedicarse a los libros, aprendió a tocar el piano, coser, leer la Biblia... en fin, todo lo que una señorita de bien debía saber.


También en esa época tuvo un pretendiente, Angus McAskill, un gigante de 2,50 m. a quien se entregó en cuerpo y alma, y aunque tras perder su virginidad con él, éste pretendía casarse con ella, las dificultades económicas por las que atravesaban sus padres y el propio sentido de la libertad de Anna, hicieron que le dejara para ir a trabajar en el Barnum's American Museum, propiedad del ya entonces muy famoso Phineas Taylor Barnum. Acompañada por su madre debido a su escasa edad -diecisiete años-, rápidamente se la emparejó artísticamente con Tom Thumb, un pequeño gran hombre de 64 cm., con el fin de remarcar más entre ambos sus estaturas.





Siendo la única mujer gigante conocida en ese momento, y gracias a los 1.000 dólares mensuales que cobraba, Anna amasó una pequeña fortuna bajo la dirección de Barnum, aunque, lamentablemente, su carrera con el famoso promotor no estuvo exenta de desastres. El año 1895 el Museo se incendió mientras Anna se mostraba al público en una exhibición. Atrapada en un piso superior, los bomberos, viéndose incapaces de llevarla a lugar seguro, tuvieron que derribar un muro exterior y usar una polea tirada por 18 hombres -en esos días pesaba 180 Kg.- para ponerla a buen recaudo. Barnum reconstruyó su museo y Anna volvió con él, pero pierde todas sus posesiones en un segundo incendio y regresa a Nueva Escocia hasta el año 1869, cuando el empresario la invita a una nueva gira.

Poco tiempo más tarde arriba a Europa y es recibida nada más y nada menos que por la reina Victoria, quien, a pesar de su aparente rectitud, gustaba de pasar por entre las piernas de Anna como divertimento. Y entre col y col, lechuga: el príncipe heredero no deja de agasajar a Anna con bonitos regalos para intentar obtener un poco de comprensión y, de ser posible también, de un poco de cariño por parte de ella.

De vuelta a Canadá conoce en la ciudad de Halifax a un caballero de Kentucky llamado Martin Van Buren Bates. Bates, capitán de la Confederación durante la Guerra de Secesión de los EE.UU., una persona encantadora, de voz suave, gran elocuencia y 2,41 m. de humanidad, conquista el corazón de Anna y terminan por contraer matrimonio el 17 de junio de 1871. La pareja, considerada como la más alta del mundo se vió colmada de regalos de boda, y como es de bien nacidos el ser agradecido, fue la propia reina Victoria quien pagó el vestido de la novia y el anillo de oro y diamantes que lucieron los contrayentes como muestra de su compromiso.


Anna Swan

Trasladados a Seville, en Ohio, Anna da a luz un año más tarde a su primera hija, una pequeñuela de ocho kilos de peso que murió a los pocos días de nacer por las complicaciones sufridas durante el parto, y el año 1879 trae al mundo a un niño de casi 12 Kg. de peso y 86 cm. de altura (1) que vivió tan sólo once horas debido a los daños que se le produjeron al tener que extraerle con fórceps y correas. Dicen las malas lenguas que el padre de ambas criaturas no fue Bates, sino Apolo Ingalls, el representante de Anna, ya que el primero sufría un hipogonadismo que no creyó conveniente revelar hasta después de la boda.


Para olvidar esta tragedia, Anna vuelve al mundo del espectáculo, y muere de un ataque al corazón la noche del 5 de agosto de 1888. Tras el fallecimiento, Bates telegrafió a una funeraria encargando un ataúd de las medidas de su difunta esposa, pero los empleados, convencidos de que las medidas indicadas eran un error, enviaron uno de tamaño estándar, por lo que el desconsolado viudo tuvo que telegrafiar de nuevo para confirmarlas, y así, Anna recibió tierra con varios días de retraso, concretamente el 13 de agosto de 1888. Hoy en día, sigue siendo una leyenda en Norteamérica, donde hay tres museos dedicados a su memoria.

(1) Las medidas de esta criatura hacen pensar que Anna, no sólamente fue la mujer más alta del mundo, sino también la que tuvo la vagina más grande.

Referencias: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7.





Extraído de: A

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