Menonitas: La Vida en el Éxodo





Cartel que muestra a una familia "amish", grupo menonita seguidor de los preceptos del obispo suizo Jakob Amman.


Durante siglos esta pacífica unidad buscó una tierra donde fuesen respetadas su forma de vida y sus creencias religiosas, basadas en la familia, el ejemplo de sus mayores y el trabajo. Sin embargo, no ha sido fácil, ya que las leyes de ciudadanía en varios países los obligaban a olvidar su lengua nativa y enrolarse en el servicio militar. En 1921 Álvaro Obregón les permitió establecerse en Chihuahua respetando sus costumbres... pero actualmente la modernidad hace peligrar sus ritos tradiciones.



El antecedente espiritual de los menonitas se remonta al año de 1525, cuando un grupo protestante radical encabezado por Conrad Grebel, discípulo de Ulrich Zwingli (seguidor de la reforma luterana, líder de la reforma protestante suiza y fundador de la Iglesia Reformada Suiza), rompe con éste por opiniones encontradas sobre el bautismo de los niños, ya que Grebel consideraba que las personas debían ser bautizadas después de haber entendido y aceptado la doctrina de la Biblia.


Conrad Grebel, que no era pastor, bautiza a doce de sus seguidores, entre ellos a Manz Félix y George Blaurock, quienes deciden vivir alejados del mundo, practicar el Evangelio y entregarse a la fe. Así nacen los conocidos como "anabaptistas" de la tradición "pacifista trinitaria" El nombre anabaptista, o anabautista, proviene del griego y se refiere a "rebautizar" o "bautizar de nuevo" Dicho nombre les fue impuesto por sus detractores debido a que consideran inválido el bautismo infantil. Los anabaptistas abogan por el bautismo de creyentes adultos (de acuerdo con su interpretación de Marcos 16:16), pues consideran que los niños son salvos (según Mateo 18:2-4) Y también porque ven al bautismo como símbolo de fe, la cual no manifiesta un bebé.


Como los anabaptistas se negaron a aceptar el concepto de una Iglesia estatal, a aprobar la guerra y el servicio militar, se les consideró un grupo subversivo y fueron víctimas de persecuciones.


En 1535 Menno Simons, sacerdote católico ordenado en 1524 y contemporáneo de Lutero, como párroco en Wytmarsun (provincia de Fryslán, hoy Holanda), su pueblo natal, conoce a una comunidad de "anabaptistas pacifistas", que lo convence de convertirse en su líder. Simons, después de estudiar detenidamente la Biblia y vivir un proceso de alejamiento de los dogmas católicos, fijó los principios de culto y rito de dicho grupo: habían nacido los menonitas.




Además de fundar la Iglesia Reformada Suiza, Ulrich Zwingli (1484-1531) tradujo -junto con Leo Jud- la Biblia al alemán y fue maestro de Conrad Grebel, uno de los creadores del anabaptismo (bautizar de nuevo), del qué surgieron los menonitas.


Menno Simons (1496-1561) nació en Wytmarsun, en la actual Holanda. Fue ordenado sacerdote católico en 1524, pero en 1536 se convirtió al anabaptismo pacifista. Como predicador de su iglesia, desarrolló una exitosa labor pastoral en medio de cruentas persecuciones, con lo cual logró obtener gran influencia entre sus seguidores, a quienes sus adversarios llamaban de forma despectiva "menistas" o "menonitas"


Menno Simons abandona la Iglesia católica, renuncia a su condición sacerdotal en un famoso documento enviado al papa: Libro fundamental de la doctrina redentora de Cristo, y poco a poco se inclina hacia una postura más radical hasta que, en 1537, empieza a predicar el bautismo de los creyentes y la resistencia pasiva. Al igual que los anabaptistas de Suiza, él y su congregación sufrieron años de persecuciones.




POR PRUSIA Y RUSIA


Las persecuciones inquisitoriales durante el siglo XVI fueron la causa primera de la vida trashumante de los menonitas, quienes a principios de 1600 emigraron al nuevo reino de Prusia y se establecieron cerca de Danzig, en las cercanías del río Vístula, donde se dedicaron a lo que es hasta la fecha su ocupación habitual y medio de subsistencia: la agricultura.


Otros menonitas emigraron a Renania y los Países Bajos, a Pennsylvania en Estados Unidos, y algunos otros a Europa del Este. Dentro de los que emigraron a Estados Unidos en 1683, hubo un grupo minoritario que se distingue por sus costumbres y vestimentas conservadoras. Son seguidores del obispo suizo Jakob Ammán y reciben el nombre de "amish" o "menonitas amish"


Prusia les dio asilo hasta que, presionados por Federico Guillermo II para que tomaran las armas para defender las fronteras orientales desde los lugares estratégicos donde estaban asentados, en 1786 emigraron a Rusia, gracias a la invitación de Catalina la Grande. La emperatriz les otorgó privilegios para que aceptaran colonizar las regiones despobladas a orillas del mar Negro, recién arrebatadas a los turcos. Se establecieron en Ucrania, a orillas del río Dniéper, donde Catalina entregó 180 acres a cada familia y les permitió gobernarse por sí mismos, construir iglesias y escuelas.


Sin embargo, la hospitalidad pronto se terminó debido a que vecinos rusos y grupos de nómadas y gitanos empezaron a robarles, lo que les originó un continuo estado de zozobra. Las granjas aisladas, tal como las habían tenido en Prusia, no pudieron subsistir debido al peligro de vivir ante la permanente amenaza de un ataque, por lo que decidieron agruparse en aldeas trazadas bajo un plan que hasta ahora les es característico y les ofrece mayor seguridad: calles muy anchas con granjas individuales a ambos lados, rodeadas con una cerca, árboles plantados a lo largo de las calles para protección contra las inclemencias del tiempo y, en el sitio central de las aldeas, la iglesia y la escuela. A partir de entonces asumieron una actitud de intransigencia y de aislamiento cultural.


Sin embargo, en 1870 el gobierno ruso empezó a exigir el servicio militar obligatorio a la población, sin excepción alguna, y a tomar medidas reformistas en materia educacional, las que incluían a los menonitas. Tal situación modificaba los términos originales pactados para vivir en aquel país. Los colonos respondieron como era de esperarse: con el éxodo.




Ante las constantes persecuciones, los menonltas utilizaron la emigración como única forma de resistencia, debido a su carácter pacifista y a que siguen la enseñanza bíblica de "poner la otra mejilla".
JAN LUYKEN, PERSECUTION IN SWIJZERLAND, GRABADO, 1637. EN THIELEMAN JANSZVAN BRAGHT, EL ESPEJO DE LOS MÁRTIRES, ÁMSTERDAM. 1685




ESTANCIA EN CANADÁ


El gobierno británico, enterado de la situación, les ofreció tierras para establecerse en Canadá, les garantizó libertad para organizarse social y religiosamente, además de pagarles los gastos de transporte. Con la firma de los convenios, entre 1871 y 1880 quince mil individuos emigraron a América por el puerto alemán de Hamburgo y se establecieron en Manitoba.


Tal como había sucedido en Rusia, pronto las tierras comenzaron a serles insuficientes y hubo necesidad de establecer colonias en provincias vecinas, como Saskatchewan. Todo marchaba bien, pero se presentó un asunto que daría lugar a otra emigración: la educación.


El gobierno canadiense, en el marco del convenio, había aceptado respetar su tradicional sistema de educación con el uso de la lengua alemana, pero al finalizar la Primera Guerra Mundial pretendió obligarlos a tener el inglés como idioma dentro de los programas escolares. Los viejos colonos protestaron por la violación al contrato original y ante la actitud renuente del gobierno canadiense optaron por el único recurso que conocían para defenderse: emigrar.


Pero ahora las condiciones de ofrecimiento de tierras para establecerse no eran las mismas. La simpatía y la compasión esta vez se sustentaban en principios de interés económico y había que proceder con cautela. Los estados norteamericanos de Mississippi, Florida y Minnesota deseaban atraer a los colonos, por lo que les ofrecieron grandes extensiones de tierra, pero a precios muy elevados y en condiciones poco satisfactorias para los colonos.




En 1786 Catalina II ofreció asilo a los menonitas en Rusia, con el fin de que poblaran la zona ubicada a orillas del mar Negro, en donde se establecieron hasta 1870.
GEORGE EDWARD PERINÉ, CATHERINE II, ÓLEO SOBRE TELA.CA. 1880, INV.LC-USZ62-116782, BIBLIOTECA DEL CONGRESO, WASHINGTON, EUA



Ante estas circunstancias, en 1919 los dirigentes de los colonos acordaron enviar a un grupo de seis prominentes miembros de la comunidad para buscar la conveniencia de establecerse en algún país de América del Sur. Entre los miembros de la delegación viajaba David Rempel, quien era el "maestro cantor" o cronista del viaje. El periplo incluía Paraguay, Bolivia, Brasil, Uruguay y Argentina.


En su crónica, Rempel narra que el viaje no arrojó los resultados esperados e incluso tuvieron que sepultar en Brasil a uno de los delegados, quien murió de una enfermedad repentina. Regresaron a Canadá decepcionados y decidieron realizar una segunda expedición en busca de la tierra de promisión, pero esta vez sería solamente a México. El viaje se realizó entre septiembre y diciembre de 1920. Al volver a Canadá, la decisión ya estaba tomada: México sería el nuevo país al que emigrarían.



MÉXICO, LA TIERRA DE PROMISIÓN


Los enviados habían hecho valiosos contactos con funcionarios del gobierno mexicano. Uno de ellos era Arturo J. Braniff, cuñado del presidente Álvaro Obregón, quien era representado en Canadá por J. F. Wiebe. Los distritos que integraron la delegación interesada en establecerse en México fueron: Manitoba, representado por Klass Heide, Kornelius Rempel y el reverendo Julius Lowen; Hague, representado por el reverendo Johan Loeppky y Benjamín Goertzen; y Swift Current, representado por David Rempel, quien de nuevo se haría cargo de la crónica del viaje.




Descendiente de una de las familias más ricas, el ingeniero Arturo Braniff (1880-1970) fue uno de los principales mediadores para que los menonitas lograran establecerse en México.
ARTURO BRANIFF, CA. 1915. FONDO CASASOLA, INV. 467938, SINAFO, CONACULTA-INAH-MEX; "REPRODUCCIÓN AUTORIZADA POR EL INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA"



Rempel narra que el 24 de enero de 1921 partieron de Rosenfeld para dirigirse a Winnipeg, donde arreglan sus trámites migratorios con el gobierno norteamericano y obtienen las visas del cónsul mexicano para viajar a El Paso, Texas. El 30 de enero llegan a El Paso, ahí contactan a J. F. Wiebe, quien los conduce a Tucson, Arizona, para entrevistarse con el Sr. Enlow, que tenía tierras en comisión para su venta en el noroeste de México. El 2 de febrero Enlow los conduce a Nogales, Arizona, desde donde realizan los trámites migratorios y se internan en Sonora.




Llegada de menonitas a América, en el puerto de Nueva York. Los nuevos colonos se establecieron oficialmente en Canadá a partir de 1874.
ANÓNIMO, ARRIBAL OF MENNONITE EMIGRANTS. GRABADO, 1870. PUBLICADO EN FRANK LESLIE'S ILLUSTRATED NEWSPAPER, INV LC-487-25 USZ62, BIBLIOTECA DEL CONGRESO, WASHINGTON, EUA



El 3 de febrero salen en tren rumbo al sur. Al pasar por Hermosillo les atraen las grandes huertas de naranja "con los árboles cargados de fruta" en las inmediaciones de aquella ciudad. Enlow les ofrece tierras en las cercanías de Hermosillo a razón de 0.60 y 0.75 centavos de dólar por acre. También les llama la atención ver en la estación del tren a unos pasajeros cargando sacos de oro sin vigilancia alguna. Por la noche llegan a Guaymas.


El 20 de febrero, ya en la ciudad de México, dialogan en el Hotel Imperial con el secretario de Agricultura y Fomento, Antonio I. Villareal, y con Arturo J. Braniff, quienes los conducen al Castillo de Chapultepec para entrevistarse con el general Álvaro Obregón, quien los recibe puntualmente.


En la entrevista, Julius Loewen le entregó al presidente el ocurso en el que solicitaban las franquicias que antes ya habían pedido a los gobiernos de Sajonia, Prusia, Rusia y al dominio de Canadá. Se discutieron los términos del convenio relativos al respeto a sus costumbres, religión y, sobre todo, a la educación de sus hijos. La reunión duró más de dos horas; al terminar, el reverendo Loeppky agradeció a Obregón su gentileza y lo bendijo junto con sus ministros.


El 25 de febrero de 1921 recibieron de manos de Obregón el documento que les otorgaba las concesiones solicitadas. El convenio, por cincuenta años, los liberaba del servicio militar y de prestar juramento, y les otorgaba libertad religiosa, de educación y económica. El camino para establecerse en México estaba abierto. La comisión decide adquirir 100 mil hectáreas en Chihuahua, en las cercanías de San Antonio de los Arenales (después llamado Cuauhtémoc), municipio de Cusihuiriachi, pertenecientes a la hacienda de Bustillos del latifundio de la familia Zuloaga, a razón de 8.25 dólares por acre, lo que dio la cantidad de 600 mil pesos.






El 1° de marzo de 1922 salió de Manitoba, Canadá, el primero de los seis trenes que los menonitas contrataron, a un costo de 30 mil dólares cada uno, para transportarse hasta México. Llegó a San Antonio de los Arenales el día 8 del mismo mes. En total arribaron 9,263 personas que se distribuyeron de la siguiente manera: 8,025 en lo que hoy es el municipio de Cuauhtémoc, 511 en Namiquipa y 727 en Riva Palacio.


Cada familia traía consigo, además de sus pertenencias personales, su menaje de casa, carros de transporte, caballos de tiro, vacas lecheras, pollos, gansos, cerdos, implementos agrícolas, semillas para siembra, maderas, materiales para la construcción de sus casas y la nada despreciable cantidad de 15 mil pesos.


Se organizaron en dos colonias: Manitoba, conformada por 42 campos numerados del 1 al 42, y Swift Current, con 17 campos numerados del 101 al 117 Las tierras fueron adquiridas legalmente por dos compañías, a través de las cuales se entregó la porción correspondiente a cada familia, consistente en 40 acres. Las aldeas o campos se trazaron de acuerdo con la forma adquirida n su época en Rusia, donde se acomodaron de diez a treinta familias dándoles nombres como Kleefeld, Rosentahal, Blumengart, Rosengart y Schanzenfeld.


Los trabajos de labranza de las tierras se iniciaron de inmediato, pero los colonizadores se enfrentaron a las dificultades que conllevaba su desconocimiento del medio. El terreno era tan pedregoso y de tan poco espesor que los arados se gastaban rápidamente. Pusieron en práctica los procedimientos y técnicas agrícolas que conocían desde sus tiempos en tierras remotas. Sembraron trigo pero fracasaron estrepitosamente y se convencieron de que ese cultivo no era el indicado para esas tierras.


Después sembraron lino y aunque los resultados fueron satisfactorios, encontraron que la fibra no tenía mercado. Finalmente optaron por la siembra de productos adecuados a la región, como maíz y frijol, aunque tenían mucho que aprender sobre su cultivo. Lo que sí les dio magníficos resultados fue la avena, que con el tiempo se convirtió en la cosecha más intensa de la zona.


También se enfrentaron con el clima. Las lluvias escasas y poco frecuentes, las temperaturas extremosas con bajísimos coeficientes de humedad y las heladas hasta el mes de mayo les causaron serios problemas; a esto se unió la presencia de plagas tanto vegetales como animales. Pero a pesar de las circunstancias en contra, el trabajo y la persistencia que les caracteriza les ayudaron a superar todas las dificultades y con el tiempo lograron hacer de estas tierras un emporio agrícola y comercial.



TRADICIÓN vs MODERNIDAD


Aunque la forma de vida de los menonitas ha cambiado mucho en la actualidad, tienen costumbres y tradiciones muy características: son extremadamente conservadores, sin lujos, ahorrativos y buenos emprendedores. Pero es evidente que con el paso del tiempo, los menonitas -muy a su pesar- han sido influidos por la cultura moderna, de ahí que existan dos corrientes al interior de la comunidad: los "viejos colonos" y los que han aceptado nuevas formas de comercio y producción.


En 1970 el presidente Gustavo Díaz Ordaz les advirtió que faltaba un año para que venciera el convenio; su sucesor, Luis Echeverría, se negó terminantemente a renovar el trato por otros cincuenta años o a firmar un nuevo convenio, por lo que los menonitas tuvieron que someterse a las leyes mexicanas, que entre otras cosas los obligan a pagar impuestos. A partir de ese momento, el cambio de actitud y de costumbres empezó a acelerarse entre la comunidad.


Eso también ha ocasionado que muchas de sus prohibiciones se incumplan, como la del uso de energía eléctrica. A principios de los años sesenta del siglo XX se iniciaron los trabajos de electrificación, así como el uso de llantas de hule, a lo cual obligaba el gobierno de Chihuahua, ya que las llantas de acero de sus "booguies" dañaban el pavimento. Ante esta disposición, algunos miembros de la comunidad optaron por emigrar hacia el norte del estado y adquirieron 16 mil hectáreas en la comunidad de "El Capulín", municipio de Nuevo Casas Grandes, donde conservan sus antiguas tradiciones. Otros viajaron a Zacatecas, Durango y Campeche, algunos más se fueron a Bolivia, Argentina y Paraguay; los menos regresaron a Canadá. El cambio ha sido de tal grado que en 1988 pudo verse a una mujer menonita, Catherine Rempening Samayedi, ganar el concurso de belleza "Señorita Chihuahua".


Hoy en día, los menonitas se dedican a negocios como los restaurantes de pizzas, venta de productos agropecuarios, farmacias, bazares, maquinaria agrícola, etc., que son atendidos por sus descendientes, quienes ya usan relojes de pulsera, visten de vaqueros y exhiben en sus negocios la bandera nacional.




Los menonitas se caracterizan por bautizar a sus miembros hasta pasada la infancia, cuando tienen la edad para declarar su fe y son conscientes del compromiso que adquieren con Dios y la comunidad.
J. MILBERT, M. DUBOURG, ANABAPTIST CEREMONY IN N. AMERICA, ACUARELA SOBRE PAPEL, CA. 1819, INV. LC-529-82 USZ62 BIBLIOTECA DEL CONGRESO, WASHINGTON, EUA





Para leer más:
• Luis Aboites Aguilar, Chihuahua: historia breve, México, FCE-COLMEX, 2011.


Escrito por Ignacio Lagarda (Presidente de la Sociedad Sonorense de Historia)






Fuente: RELATOS E HISTORIAS EN MÉXICO. México. Año IV. Número 38. Octubre 2011.

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