Los fondos de la biblioteca de Alejandría





Demetrio, el primer responsable de la biblioteca de Alejandría, tomó como objetivo prioritario recopilar escritos y escritos para aquella biblioteca, para hacerla un centro de saber y conocimiento. Primero solicitó a Atenas los textos de los pensadores y literatos para poder copiarlos. Los copiaron en la biblioteca y una vez hecho esto enviaron a Atenas las copias.



Los originales atenienses se unieron en la biblioteca a otros libros que procedían de botines de guerra. Pero no acaban aquí los métodos imaginativos, por decir algo, para hacer crecer los fondos. El método que más éxito tuvo fue el de requisar todos los escritos que hubiera en los barcos que llegaban al puerto alejandrino. Estos escritos eran copiados y dichas copias devueltas al barco. Al final esta práctica fue descubierta y rechazada por los mercaderes y navegantes.

Pero entonces se comenzó a ofrecer algo a cambio de los escritos. Si un mercader quería comerciar con el próspero e importante puerto de Alejandría, debía llevar manuscritos procedentes de su lugar de origen, a modo de salvoconducto. Daba igual la materia sobre la que versaran: filosofía, arte, ingeniería, matemáticas… todo era bienvenido. Una vez más, el modo de actuar fue copiar los escritos, devolver las copias y que los originales pasaran a formar parte de la grandísima biblioteca de Alejandría. Eso sí, las copias se daban en el mismo estuche en el que se habían entregado los originales.




Extraído de: A

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