El segundo asedio de Leningrado




A finales del verano de 1941 dos científicos especializados en tubérculos estaban cosechando patatas a un ritmo frenético. Una vasta colección de 5000 variedades (conservadas como stock alimenticio de la Unión Soviética), en la estación experimental de Pavlovsk, 45 kilómetros al suroeste de Leningrado, ahora San Petersburgo.



Abraham Kameraz y Olga Voskrensenkaia junto con un grupo selecto de científicos, se apresuraban a desenterrar la enorme colección de semillas. Los nazis se acercaban rápidamente, a los pocos días ocuparían el centro de investigación y procederían a cortar todas las salidas de la ciudad de Leningrado. Un bloqueo que duró 872 días y costó la vida a más de un millón de personas.



El invierno de 1941 fue especialmente frío y cruel. A partir de entonces, todos los suministros de alimentos a la ciudad fueron cortados, la gente se redujo a comer cualquier cosa. Perros, gatos, ratas, suciedad, e incluso entre sí; además de sufrir los constantes bombardeos del ejercito alemán.

Pero en la estación experimental de la plaza de San Isaac, los científicos se apresuraron a desenterrar bajo el fuego de la artillería alemana la enorme colección de germoplasma de campo, lo que significa que las variedades se almacenan en plantas en el suelo. La mayoría de las especies en cuestión no se reproducen fielmente a partir de semillas, por lo que las variedades no se pueden almacenar como semillas. Una gran colección de 5000 variedades de frambuesas, cerezas, fresas, arroz y la más utilizada, las patatas. Todo un enorme trabajo para los científicos, bajo unas condiciones completamente inhumanas.



La estación de Pavlovsk cayó en manos de los alemanes durante el bloqueo de Leningrado, pero antes de la llegada de las tropas, los científicos fueron capaces de mover toda la colección de la estación para su almacenamiento en un sótano de la ciudad. Un banco de semillas que se convertiría en quizás el más famoso y desdichado del mundo, dados los acontecimientos que se vivieron en Leningrado.



A pesar del esfuerzo por proteger el gran banco alimenticio, doce de estos científicos murieron, principal y exclusivamente de hambre. Abraham murió rodeado de grandes variedades de arroz. Olga Voskrensenkaia sucumbió en el sótano delante de una gran colección de patatas.

¿Pero por qué los científicos voluntariamente decidieron sacrificar sus vidas para salvar un puñado de semillas?

Pues quizás fue una mezcla de heroísmo y lucha por salvar de la extinción la biodiversidad de cultivos. Una herencia de caracteres adquiridos del fundador en 1926 de la estación de Paulovsk, Nicolai Vavílov, el genetista y científico más famoso de la era Stalin. Un hombre con ideas puramente socialistas y un gran defensor de la genética. Valílov organizó una serie de expediciones botánicas por todo el mundo mientras desarrollaba su teoría de los centros de origen de las plantas cultivadas. Sin poder cumplir su sueño de terminar con el hambre en el mundo, se le consideró un enemigo del estado y fue encarcelado. Murió dos años más tarde por malnutrición.



No en vano, Vavílov fue realmente el que inició esa lucha científica por conservar los cultivos, y a pesar del heroísmo durante la Segunda Guerra Mundial, en la actualidad la estación de Pavlovsk contiene la colección más grande de Europa de variedades de frutas y bayas.

Actualmente, la histórica estación experimental se enfrenta a un futuro incierto, pues la tierra donde se asienta, se está vendiendo para construir viviendas particulares. Si este desarrollo planificado se pone en marcha, gran parte de la colección se perdería, en esta web, se pide ayuda. Aunque el presidente ruso Dmitry Medvedev anunció recientemente a través de Twitter que el tema será examinado, se supone.



En la cultura popular existe una novela de la escritora estadounidense Elisabeth Blackwell, titulada “El hambre“ que narra la difícil situación en que murieron de hambre los científicos mientras daban su protección al gen de semillas comestibles. También un banda de folk rock de Portland llamados The Decemberists, cuenta la historia de la recogida del tubérculo durante el asedio de Leningrado, con una letra que dice, "Hemos hecho nuestro juramento a Vavilov, lo moveremos a donde sea, a pesar de nuestros dolores propios de la inanición”.


Más información en Wikipedia, en Huffington Post, en The Guardian, y en Croptrust.





Extraído de: A

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